HISTORIA DE CAN PASTILLA

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La barriada de la actual población de Can Pastilla empezó a formarse por los años de 1920 a 1925. El señor Bartomeu Riutort, urbanizador de la futura barriada, consiguió que los hermanos Ripoll, propietarios de la finca "Sa Torre Rodona", cediesen a la Iglesia Católica un solar para la edificación de un Templo.
Un primer solar, de 30 metros por 12, que ocupaba una parte de la actual plaza, frente al templo. Más adelante se permutó este solar por otro de 970 metros cuadrados, suficientes para templo y casa rectoral.
Y en la vigilia de la fiesta de San Antonio de Padua del año 1927, el obispo don Gabriel Llompart bendijo y puso la primera piedra del nuevo templo.
Inmediatamente después de la bendición de la primera piedra, comenzaron las obras del templo, con la colaboración de los feligreses y las activas campañas para recolectar dinero del canónigo Bartolomé Quetglas, promotor entusiasta del templo. Poco a poco, con alegrías y sinsabores, el templo iba creciendo y Can Pastilla también. En los años 30 ja se celebraba misa los domingos y en 1942, el obispo concedió un vicario coadjutor a la Parroquia del Coll con la obligación de atender la iglesia de Can Pastilla.
En vista de que la población de Can Pastilla había ido creciendo extraordinariamente, se puso en marcha la nueva Parroquia de San Antonio de Padua, nombrando un ecónomo que residiera en ella.

Poco se ha escrito de Can Pastilla en libros, enciclopedias y revistas ,....pero cosas hay. El material esta muy disperso y a veces es de difícil acceso - sobre todo por desconocer su existencia - pero nos hemos empeñado en desenterrar y publicar todo lo que encontremos, que nos ayude a conocer mejor como es nuestra barriada, que había antes, y como se creó, y como ha ido creciendo...poco a poco iremos deshaciendo el ovillo y seguro que sacaremos cosas interesantes. Para abrir estas semblanzas hemos elegido un pequeño fragmento de una entrañable y evocadora obra de Lluís Fàbregues i Cuixart titulada "Ca Nostra (50 años de vida palmesana)" –Ediciones Cort, 1996-, que dedica a Can Pastilla un par de páginas en su segundo volumen. Este es el extracto:

D. Bartolomé Riutort, descubridor de Can Pastilla

Si desde el ribazo del Mirador, al respaldo de la catedralicia mole, oteáis hacia oriente, veréis el anfiteatro de la hermosa bahía, dibujarse al borde del intenso colorido en forma de brochazo blanco, algo así como una estela de plata que resalta de la línea parduzca de la marina de Llucmajor, interrumpiéndose en los acantilados del Cap Enderrocat. La línea blanca destacada por el azul eléctrico y por el fondo verde oliva suave remarcó en nuestro ayer un inmenso arenal, el de Son Sunyer. Los matices de la bella policromía de aquel portentoso abanico abierto con sus 20 kilómetros de ancho por 17 de fondo comprendidos por la anchurosa bahía que va desde la punta de Cala Figuera a la del Cap Blanc, enseñaban las olas bravías arrolladoras que, perdido su furor, al llegar a la cinta argentina de aquellas playas, lamían y besaban la finísima arena del litoral playero.

En aquellos parajes inhóspitos los vientos arremolinaban en tiempos de nuestra mocedad grandes dunas movibles. Nosotros solíamos visitarlos de tarde en tarde, en grupo, algún jueves, día de asueto escolar, acompañados de nuestros preceptores. Aquellas dunas, els munts d'arena, formaron parte de nuestra diversión y solaz. (...)

Fue en las postrimerías de la Gran Guerra, cuando se vislumbraba la paz, que cierto industrial muy conocido, fabricante de bebidas carbónicas y licores, cuya destilería sita en la barriada de So N'Alegre, fijó su mirada hacia la zona levantina. Ninguna mirada de especulación vana sentía el colonizador deseoso de adquirir una "llarga trinxa", según solía mentarlo así a sus amigos y, en sus constantes visitas, gustábale horrores el istmo aquel de Can Pastilla, seguro como estaba del desarrollo que podría tornar aquel importante sector.

D. Bartolomé Riutort, amigo de mi padre, solía frecuentemente contarle sus anhelos. El buen señor tenía cifradas grandes esperanzas en urbanizar aquellos terrenos pues ciertamente Can Pastilla podría ser un buen negocio y decía él: "Lo que voy a hacer será oloroso el más delicioso bouquet de la moderna construcción, algo así como la erección pétrea de las esencias de mis productos Galúa y Alfonso XII, fina canela estomacal y deliciosa.

"Y el Señor Riutort tan luego firmaron el armisticio los beligerantes (piensen que estamos hablando del final de la Primera Guerra Mundial, alrededor de 1918), adquirió a su vez aquella "trinxa" que intentó revalorizar construyendo un hotel que llevó el nombre del lugar: Hotel Can Pastilla.

La idea del Señor Riutort fue noticia entonces y fiel a mi consigna coleccionista, guardé en mi álbum la efigie del hombre que descubrió unos parajes que realmente tenían porvenir. Lo que le ocurrió al "pionner" (como a otros) que su idea resultó demasiado precoz. Y según reza un viejo refrán castellano, "no por mucho madrugar, amanece más temprano". De todas maneras, si es verdad que las obras buenas se remontan al cielo, no hay duda, que el alma de D. Bartolomé Riutort, ha de sentir satisfacción en la dulce Eternidad por aquella su conquista.

La lápida que da nombre a una calle en aquella barriada que fue en otro tiempo inhóspito arenal, sabe a tributo a Soldado Desconocido. Supo planear para la ciudad la nueva zona turística y acunados en la bahía de Palma, en aquel trozo de mar que los brazos del Cap Blanc y su semejante de Cala Figuera arrullan, allá en sus aguas está la inmensa Babel de aquellos holgantes que gozan el privilegio del: hechizo embrujador de nuestra bahía palmesana."

Ca Nostra (50 años de vida palmesana).
T.II, p.126-128

"Es correu de Can Pastilla" 1992
Fotografias cedidas por Gabriel Serra

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